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Comunidad,  Inspiración

El ruido de un cierre

Gise (@viajandounpoco), nos comparte otro texto de inspiración que vale la pena leer. Pueden leer su texto anterior acá. 

 

Si ustedes también tienen una historia viajera para contar y quieren ser parte de nuestra Comunidad El Nidal pueden leer un poquito más acá.

El otro día leí una pregunta que decía: “¿Alguna vez se detuvieron a escuchar el sonido que provoca un cierre? De valija; de bolso; de mochila.” Esto me dejó pensando mucho, muchísimo, en todas las sensaciones que puede despertar un simple sonido. En lo personal, a este sonido lo conozco muy bien, desde hace años. A los 17 me mudé a 900km de mi familia para hacer la universidad. Y hace un par de años que me fui de Argentina para viajar un poco, por lo tanto se podría decir que escucho ese sonido muchísimas veces durante el año en muchísimas partes del mundo (ya llevo en mi cuenta 21 países, 100to y pico de ciudades y unas cuantas islas).

 

Este sonido produce en mí (viajera empedernida), múltiples sensaciones que van desde la alegría extrema, esa que pone la piel de gallina y te dibuja una sonrisa gigante; hasta la tristeza que ahoga, esa que te cierra la garganta y oprime el pecho. Sensaciones que me ponen los nervios de punta y me producen una ansiedad descontrolada. Sensaciones que te producen ganas de reír y de llorar, todo al mismo tiempo. Sensaciones totalmente contradictorias e intensas que generalmente dependen (en mi caso), del punto de partida y del destino. Ambos sitios siempre van a generar en mí esos sentimientos encontrados, diferentes y raros; ya que irme a explorar nuevos destinos, significa dejar a personas con quienes compartí (en el punto de partida) toda una vida o tal vez solo unos momentos (aunque no por ello menos importantes).

Cerrar una valija, un bolso, una mochila es sinónimo de despedida y de bienvenida. Así de raro y loco es para mí ya hace años. Me despido de seres queridos, de lugares, de abrazos, para darle la bienvenida a nuevos lugares, nuevas culturas, nuevos amigos, nuevas anécdotas. Es que VIAJAR para mí es adictivo, desequilibrante, abrumante, hermoso y nostálgico; es estar con un pie en un sitio y el otro, en el siguiente destino; es extrañar pero no poder parar de moverte; es estar en un desequilibrio constante que te sacude hasta las tripas.

Justamente como me produce sentimientos tan contradictorios es que se disputa en mi interior una batalla inevitable. Una parte de mí me empuja a ir en búsqueda de nuevas aventuras, de nuevos aprendizajes, de nuevos sabores, en búsqueda de mí misma en interacción con nuevos y diversos contextos y culturas para crecer, deconstruirme y volver a construirme, transformándome (o al menos intentándolo), en una mejor versión de mí misma.

 

Sin embargo, hay otra parte de mí que se enoja y me dice que allá afuera (de Argentina, por ejemplo) no están los abrazos de mis papás, de mi hermano, de mis abuelas ni de muchos de mis seres queridos, allá no están los asados con mis amigos, los Te Amo de todos a quienes yo amo también, los mates con facturas con amigas y largos etcéteras. Entonces es aquí cuando me encuentro en el dilema sobre si lo que hago es correcto…y la verdad que arribo al hecho de que no es correcto ni incorrecto, todo es válido y subjetivo. Me gusta hacer ambas cosas, soy inquieta, me gusta estar en Argentina con mi gente y y también deambular por el mundo con gente nueva y no por eso soy una mala persona ni una insensible (no soy mala hija, mala hermana, mala nieta, mala prima, mala madrina, mala amiga, etc etc). Entiendo que debo aceptarme tal cual soy, y yo soy esto. Soy de alma inquieta y soñadora, soy viajera, soy pasional, soy impulsiva, soy solitaria, soy independiente, soy todo esto y mucho más. Soy este combo perfectamente contradictorio que convive en mí y tengo que aceptarlo.

 

Así que cada vez que me encuentro cerrando mi valija una vez más, escuchando ese inconfundible sonido como muchísimas veces en los últimos años, sigue generando en mí múltiples sensaciones que odio y, al mismo tiempo, que amo y me encantan. Porque si debería elegir, seguiría eligiendo cerrar cierres toda mi vida para irme de viaje cada vez que pueda.

Muchísimas gracias Gise por compartir otro gran texto. Pueden seguir todas sus aventuras y leer mas textos así en @viajandounpoco

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